sábado, mayo 1

DE LA CRONICA DE VANESA

Esta es la crónica de la segunda clase a la cual asistí en psicodrama. Saber por donde empezar o que relatar es una tarea con varias alternativas en mente pero de las cuales debo elegir. Me ha parecido que lo más importante para resaltar fueron los ejercicios tratados y las emociones que de ellos se desprendieron.
Para empezar siempre esta la entrada en calor, donde la música es apacible pero al mismo tiempo puedo llegar a remontar imágenes de las películas en blanco y negro de los años 40, donde se puede vislumbrar una ciudad floreciente o en otros casos aludir a alegres escenas de un circo. A veces la música no basta para romper el hielo y la timidez que tiene el cuerpo de moverse libremente; por lo cual Juan Carlos nos propuso el primer ejercicio.
Armamos una ronda y una persona se colocaba en el medio siendo el coreógrafo de la escena, eligiendo así un ritmo monótono que debía seguir a la música y los demás imitábamos su movimiento. Todas rotábamos en este rol con diferentes estilos de canciones. Algunas de estas tranquilas donde podíamos entrar en armonía con el cuerpo con un movimiento lento, otras alegres que despertaban a la adrenalina y ganas de bailar. A medida que más personas pasaban, más entrábamos en confianza haciendo que la vergüenza pierda terreno.
Para el segundo “juego” la consigna era parecida, pero ahora divididos en dos grupos; cada uno con un líder que rotaría. Este debería hacer lo que en el ejercicio anterior, guiar la forma del baile pero con las variantes de que ahora seria un movimiento libre y guiado con una parte del cuerpo especifica. Primero fue el dedo, luego el pie, seguido por lo pechos y acabando con movimiento faciales. Las risas no se hicieron esperar y sin darnos cuenta no solo nos divertimos, sino que entramos en calor a la vez de que dejamos atrás parte de nuestra timidez.
Encaminados ya para el trabajo del día. Retomamos la forma del círculo y nos tocaría expresar emociones. El trabajo empezaba con una compañera que diese signos de una emoción pequeña y esta fuese aumentando a medida que pasaba a través de nosotras. Empezamos con la risa, algo que figuro ser fácil, más que nada porque al ver como se reían las demás la sensación se volvía contagiosa. Empezó con una pequeña risita y termino en carcajadas. Pero la tarea se volvió más complicada al tener que pasar a la segunda emoción que fue la tristeza. Al escuchar que todas expresaban llantos el clima se torno angustioso. Aunque supiéramos que era de mentira varias nos decíamos para nuestros adentros: “No! Por qué llora?, que triste se siente verla llorar”. También aconteció que para lograr reproducir la emoción tratábamos de asociar la tristeza con algún recuerdo o suceso; lo cual fue corregido por el profesor al decirnos que el trabajo era netamente de expresión corporal, de lograr que sea el cuerpo el que hable. Para poder continuar nos tocó pasar de nuevo a la risa pero los vestigios de la experiencia anterior tomo sus vueltas hasta lograr desaparecer. Para continuar le siguió la seducción, donde tratábamos de sacar lo más sexy de nosotras. Prosiguiendo estuvo la autoridad, que no fue tan fácil de lograr. Sucedió que no siempre éramos autoritarias e íbamos con un tono tembloso o una mirada frágil a expresar. A veces la autoridad de las demás nos parecía fuerte y hasta nos llegaba a tocar. Para combinar el trabajo nos toco terminar con una negociación, donde la autoridad, muchas veces, fue equilibrada con un poco de seducción.
Como último trabajo nos tocó el ejercicio más fuerte, la finalidad del mismo, a mi entender, fue entablar un vínculo con una persona desconocida viendo las emociones y pensamientos que surgían en cada etapa del mismo.
Como primera parte debíamos ponernos en parejas, mirándonos de frente a la distancia de un brazo. Una de las dos personas debía abrir la palma de la mano en frente de la cara de su compañera. Su trabajo consistía en guiar a su compañera con la mano abierta y la otra persona debía seguir los movimientos de la misma, sin sacarle la mirada de encima. Siendo uno quien dirige las sensaciones fueron diversas pero estuvieron todas entrelazadas. Apareció la soledad, viendo como la otra persona solo seguía tu mano sin reparar en mirarte, donde se sabe que hay un vínculo pero cuando se lo quiere hacer tangible este parece efímero. La imagen de ser un niño mirando por una ventana a la otra persona, sabiendo que ella esta ahí pero aún así no se la puede tocar. Surgió la sensación del poder, de saber que tengo el control de la situación y que logro que la otra persona se mueva hacia donde yo desee. Y también apareció la responsabilidad y el cariño, donde al tener al otro a mi cargo quiero poder cuidarlo, guiarlo suavemente y fijándome de que no se caiga o tropiece. Las tres sensaciones tienen una intrica relación, sabiendo que con el poder esta la responsabilidad pero al mismo tiempo si solo yo protejo, la soledad no se hará esperar.
Al llegar el turno de rotar los roles las sensaciones fueron completamente diferentes. Apareció la confianza y la pereza. Muchas nos entregamos a merced del otro confiándonos de que nos guiará bien y al mismo tiempo sintiéndonos contenidas, de saber que alguien cuida por donde vamos y sin reparar en mirar el camino.
El ejercicio tomo un giro y ahora ambas personas tendrían la palma adelante y seguiríamos viendo la mano de la compañera, pero ambos nos turnaríamos para guiar. Quien guiaba abriría la palma y la que sigue tendría el puño cerrado. Luego rotarían pero la rotación se podía hacer en cualquier momento. Tanto yo podría abrir y cerrar la mano cuando quisiere como el otro hacer lo mismo. Aquí las parejas variaron mucho. Estaban aquellas donde una persona con autoridad quería estar siempre guiando, por lo tanto abría la palma muy seguido pero no con tanta frecuencia la cerraba a voluntad. Otras era el caso contrario, preferían entregarse al otro y guiar poco tiempo. En otros casos, la relación fue bien sincronizada y los tiempos de guiar se repartieron en cantidades casi iguales, produciéndose un intercambio parejo. Axial cuando alguien veía que se pareja ya no sabía por donde ir ayudaba y abría en ese momento la mano para tomar el control ella.
Continuando con la siguiente parte de la tarea, ahora las manos fueron retiradas y por primera vez hubo un contacto visual con la mirada del otro. En esta parte debíamos guiar ambos, pero ahora sin intermediar con las manos sino utilizando la mirada misma. De esta forma mirábamos fijamente al otro y con los ojos le decíamos a donde ir. Aquí también los roles se cambiaban a voluntad. Esta parte del trabajo fue más complicada porque a la hora de cambiar de roles, pues ya no en todos los momentos era tan fácil de detectar como en la fase anterior, y sucedió alguna vez que pasaba un segundo de que el compañero no movía la vista para ningún lado y allí recién tomábamos el control. También hubieron juegos de miradas donde se disputaba cual era la más fuerte. Pero en todos los casos ahora la vista del otro se convirtió en un cómplice de nuestro movimiento por el salón.
Para finalizar debíamos quedarnos quietos, mirándonos a los ojos fijamente y muy lentamente sentarnos en el piso, sin sacar la mirada de la vista de la compañera. Reflexionábamos sobre el vínculo que habíamos entablado y decidíamos contarle al otro un secreto nuestro, un secreto que fuese para ella. El trabajo fue muy profundo, porque durante el desarrollo del ejercicio, poco a poco, fuimos entablando un vínculo y una conexión la cual se hizo material al tener la mirada del otro. El sentir que la otra persona no solo nos ve físicamente sino que de alguna manera ha llegado a tocar nuestro interior y puede ver a través de nosotros, hacia nuestro interior.
El trabajo finalizó con un abrazo con nuestra pareja haciendo oficial ya ese vínculo construido.
Terminada la actividad nos sentamos a reflexionar sobre ella. Las cosas que fueron surgiendo las enumere durante la redacción del día. En cuanto a como terminó la clase puedo decir que fue totalmente distinta a la anterior. No solo por lo que habíamos logrado establecer nuevas formas de relación con las demás, sino por la cantidad de emociones puestas en escenas durante las actividades. Salimos descargadas de varias emociones pero llenas de otras nuevas. En algunos casos esto produjo paz, en otros salieron cargadas de energía pero creo que en ambos hubo, por decirlo vulgarmente, un relleno del interior; quizás nos estemos yendo a casa con una pieza mas; y mucho material para reflexionar sobre como actuamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario